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Los tres goles magos

La magia de los goles, supongo. Bendita magia, que no entiende de políticas ni trajes. Tres goles magos, permítanme la licencia, para ser todos un poco niños, otra vez...

8/01/2016 - 

VALENCIA. No sé si a ustedes les pasa lo mismo que a mí pero, con toda esta voragine festiva -con reyes y reinas de por medio y bocados a roscones-, no acabo de situarme en donde estamos con el Valencia. De hecho, igual esto es solo una fase personal ya que también estoy en la disyuntiva de que camino tomar, el de la línea sana y delgada o abrazar definitivamente el chándal y el sobrepeso como un Tony Soprano cualquiera.

Sinceramente, celebrar dos victorias en el primer mes del entrenador no augura nada bueno para el 2016. Y más si los rivales han sido los que han sido. Pero el poso final, con la casi victoria ante el Madrid y la goleada copera del Dia de Reyes, con Negredo adelantando su particular Domingo de Resurrección, invitan al sector más optimista a mirar el futuro con ojitos de enamorado.

Y es que no nos queda otra, queridos, que apostarlo todo al negro. Viniendo de un vestuario donde la gestión no estuvo a la altura de las circunstancias para seguir la senda ascendente que, con dudas, se produjo el año pasado, cualquier síntoma de mejora debe ser celebrado con rigor siciliano. Sin aspavientos. Sin dramatismos. Tan solo porque lo hay que hacer. Neville ha abierto las ventanas y ha entrado aire fresco. Usando el sentido común, a veces el menos común de los sentidos, ha conseguido el principio de una regeneración del grupo y parece que esa mirada también llega a otros ámbitos. Ya no hay frentes abiertos en la sala de prensa. Ya no hay preguntas incendiarias buscando el resorte del entrenador, que comenzó con el discurso claro y directo alabado por los resultados y acabó como un charlatán de feria hablando mucho sin decir nada. Y la barrera del idioma se ha solventado con un interprete metido tanto en el papel que se va a convertir en icono como Nicasio o Españeta. Bueno, quizá no tanto, pero presumo que las ruedas de prensa con traductor son menos tensas y muermos. Y el entrenador del Valencia ríe. Y entrena con ganas. Incluso demuestra con gestos lo que quiere de su equipo. Salir desde atrás y más consistencia en ese mismo lugar. Ya ves, al anterior solo lo vimos correr celebrando los goles y yendo al centro del campo a abrazar y a ejercer de tribunero. Quizá porque su celo en la bunkerización de Paterna acabó jugando en su contra. O tal vez porque no tenía nada que mostrar. Él, amigo del dueño, por encima del bien y del mal.

Y miramos optimistas a Rodrigo, a Mina y a Enzo. Ya no les ponemos la losa de su precio y pensamos que quizá la etérea dirección deportiva no estuvo del todo mal. Que tan solo falló en el capitán. O que el propio capitán se hizo sabotaje a sí mismo.

Y soñamos con que Benítez vuelva, ahora que le hemos dicho "¿Quién te quiere más que yo?", disfrazados de Mario Vaquerizo y en su casa prefieren a un francés al que silbar.

La magia de los goles, supongo. Bendita magia, que no entiende de políticas ni trajes. Tres goles magos, permítanme la licencia, para ser todos un poco niños, otra vez.

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