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Maneras de defender el escudo

A día de hoy, defiendo el escudo como lo hace Abdennour en el lateral izquierdo. Con fuerza, corazón y ganas de agradar. Aún a pesar de penaltis en el último segundo. Mejor eso que ser una vaca mirando pasar el tren.

26/10/2016 - 

VALENCIA. De las treinta, o cuarenta, maneras que existen de defender el escudo de un club, solo hay dos válidas: siendo asalariado del mismo o siendo aficionado. En la primera entran, por visibilidad y repercusión, los jugadores y los directivos. En la segunda estamos usted, yo y todos aquellos que alguna vez en nuestras vidas nos hemos ido a la cama sin cenar por alguna derrota de nuestro equipo, por repartir de alguna manera eso que está tan de moda ahora: los carnets de auténtico aficionado.

Puede darse el caso que se conjuguen las dos variables, que un aficionado de cuna llegue a las más altas cotas en el campo o en el despacho. Pero eso no le concede ningún privilegio con respecto al sudor, como tampoco a los errores en la toma de decisiones en cualquier negociación. Cualquier otro aspecto es una manera de marear la perdiz en esto de las defensas. Los jugadores que ahora son parte de las lonas de Mestalla que siguen viviendo del entorno del balón ya no son aquellos que defendían el escudo. Su escudo es otro, el medio que les paga, sea rojo, amarillo o azul. Y cada medio dispone de su línea editorial, de sus propios valors o su propio sentiment. Y como usted, o como yo, en eso de la poca dependencia que nos otorga esta perra vida de hipotecas y la mala costumbre de las tres comidas diarias, habrá veces que le tocará comulgar con ruedas de molino en sus opiniones personales, fuera de análisis tácticos. O, como los más viejos del lugar recordarán, hacer como en la mili y no destacar por encima de la media, por aquello de no recibir el pescozón de turno.

Por eso, no deben rasgarse las vestiduras con aquellas palabras salidas o por salir de cualquiera de los que alguna vez nos hicieron felices con sus goles, paradas o tackles. Más que nada porque no han de dejar de tener en cuenta que futbolistas preparados intelectualmente existen bien pocos, por lo que el argumentario puede llegar a ser pobre y cambiante. Cualquier otra cuestión en este sentido sería tener el mismo nivel de cualquier Roncero, Rodríguez o Serrano, con opiniones partidistas, buscando el periodismo de bufanda y cuota de mercado, con el fin de explotar el marketing de la imagen de exjugador, como cuando los periódicos de tirada nacional hacían portadas locales con el fin de vender producto, que es de lo que se trata este negocio. Es decir, queremos que defiendan nuestra casa, pero nos molesta que otros defiendan la suya.

Por eso, la defensa del escudo se debe hacer de otro modo. Las quejas al estamento arbitral en el despacho de turno, no en el micro. Las quejas sobre los horarios o los repartos televisivos, en verano, con las votaciones y declinando asistencia a los eventos de pompa y circunstancia para hinchazón de tripa del hortera de Tebas (cualquier persona que trabaje con corbata y lleve esas horrendas gafas con imán en el puente es un hortera). Las quejas sobre las burlas de los jugadores que tiran caños con marcadores escandalosos a su favor, en el campo, sin aspavientos y aplicando la ley del fútbol de la calle. Y así todo.

A día de hoy, defiendo el escudo como lo hace Abdennour en el lateral izquierdo. Con fuerza, corazón y ganas de agradar. Aún a pesar de penaltis en el último segundo. Mejor eso que ser una vaca mirando pasar el tren.

Coda: A día de hoy, al único al que salvo de la quema en esto de opinar desde fuera es a Mario Alberto Kempes. No está intoxicado y trabaja para un medio que, salvo excepciones, no tiene presencia en España. Y eso dota cada palabra de verdad, sin ningún libro de estilo.

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