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OPINIÓN

Ponga un Enzo en el centro de su vida

Aunque haya jugado una final de Copa del Mundo de interior, tiene madera de mediocentro. Perdón, de centrocampista. De los de abarcar la posición. De los de abrir los brazos y zafarse

15/03/2017 - 

VALENCIA. Cuando Estudio Estadio era un programa serio y con nivel, que se dedicaba a tratar la información de los partidos de la jornada y no a hacer el sainete que hacen ahora día sí y otro también, los resúmenes de los partidos tenían más o menos el mismo patrón. Las jugadas más interesantes recogidas tras grabar los partidos -antes no todas las semanas había retransmisión de partido de liga-, mostrando los cuatro o cinco últimos pases antes del gol. Míticas eran las crónicas de Quique Guasch, no confundir con Tomás, en las que hablaba de la afluencia de espectadores, del estado del terreno de juego y del nombre del árbitro. "Media entrada en Sarriá, terreno de juego en buenas condiciones, arbitra el encuentro el valenciano Bayarri Ribelles...". Sí, eran otros tiempos, otras teles y otras vidas.

En aquellos años de vallas en el Luis Casanova siempre había alguien en el sector 3-4, donde ahora laten los de la Curva Nord, que lanzaba una afirmación categórica ante un corte, un robo de balón o una arrancada del mediocentro de la época, llámese Castellanos, Tomás o Bossio. "Es un jugador dels que no es veu", se comentaba, dando valor a aquel trabajo supuestamente sucio, de jornalero, tan necesario para que otros si se vieran en los resúmenes de Estudio Estadio. Esa labor de ser mediocentro, casi carente de descanso era tan diferente a la de ahora, que hasta se llamaba de diferente manera. Centrocampista, sin más. Porque luego estaban los interiores o volantes y ya, más arriba, los extremos.

Luego ya aparecieron los nombres que lo cambiaban todo para no cambiar nada. Pivote, mediocentro defensivo, mediocentro ofensivo y todas aquellas marañas de vocablos que no hacían más que descompensar la estructura clásica de un equipo de fútbol, por aquello de fomentar el espectáculo, dicen los autores del asesinato. El especialista dejaba de serlo para convertirse en un pluriempleado multiposicional, con el beneplácito de los técnicos de nueva hornada, que querían jugadores adaptables, maleables y manejables para multitud de posiciones y entornos. Cuenta Valdano que, cuando jugaba en el Alavés, se pasaba muchas noches mirando al cielo porque sabía que, si llovía, le tocaba banquillo. Así de fácil. Zapatero a tus zapatos.

Y es momento de centrarnos en la vida. Balómpedica. Conviene dejar de dar tumbos y colocar cada cosa en su sitio. Nos encontramos en una situación en la que la cosa pinta vacas flacas muy largas y conviene repuntar los activos deportivos para que el porrazo sea menor. Jugadores marcados, con la puerta de salida mostrada y, casi todos, devaluándose a marchas forzadas. Como Enzo Pérez, de defenestrado a capitano este último verano. Lejos queda ya aquel debut ante el Madrid, donde mostró una lección de colocación, anticipación y saber hacer las cosas en el centro del campo. Haciendo cosas de las que no se ven, que dicen los más viejos del lugar. Pero, ay el pero, la cosa se torció. Entrenadores, o comentaristas, que piden pluriempleo al especialista. Porque Enzo, aunque haya jugado una final de Copa del Mundo de interior, tiene madera de mediocentro. Perdón, de centrocampista. De los de abarcar la posición. De los de abrir los brazos y zafarse. De los de ayudar en las coberturas al interior o replegar para formar una sólida línea de cuatro, basculando, cuando a Caballo Loco Cancelo le da por hacer la guerra por su cuenta. Pero es tan triste la dinámica del equipo, que al mendocino le sale la vena del orgullo potrero y se lanza hacía adelante. Como Custer, el primero. Para tratar de alentar con su arreón al equipo. Y luego pasa lo que pasa. La basca no le acompaña en el ímpetu y llega el apocalipsis. Pérdida, descontrol, desubicación, falta, tarjeta y, en el peor de los casos, gol en contra.

Y ya les digo que el Enzo es de los buenos. ¿Cómo va a ser malo teniendo un nombre así? Su peso extra por lo desorbitado de su fichaje hace que todos le señalen con el dedo. Pero a él le importa un bledo. Porque no es culpa suya. Y los necios toman como bueno aquello de quien calla, otorga. No, de verdad. Se la sopla. Y lo ponen en el imaginario de Fernandes, Viana o Banega, en su etapa valencianista. No es casualidad que el propio Emery le sacó todo el jugo cuando lo pidió para el Sevilla. Lo convirtió en especialista. Entornos y madurez a parte.

Hay que poner un Enzo en nuestras vidas. Que nos dé equilibrio. Que nos haga mejores. Y que nos amortigüe ante la caída. Es lo único que nos queda en este desgobierno que nos reina. Total, como parió Benitez y adoptó Molins, nos quedan dos meses de aguantarnos.

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