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Soler & Parejo

Hablamos de dos inconscientes. De un Parejo al que le resbala el qué dirán, y prácticamente todo, y un Soler que se está consagrando porque no entiende nada de lo que le pasa a su club. Atreviéndose a aparecer en mitad del caos mostrando temple sobre un escenario que doblega a la mayoría

18/01/2017 - 

VALENCIA. Ganar permite muchas cosas, como regresar a lo banal. Abrir un paréntesis en medio de la tormenta y distraerte con lo que debería ser norma, pero que este maldito club elevó a categoría de extraordinario. Recrearte en el césped y profundizar en las manías o gustos de cada cual sobre jugadores y tácticas es uno de tantos derechos que nos fueron arrebatados hace dos años.

Pasó, mientras ahí fuera siguen cavándose trincheras y patrocinándose delfines de cartón piedra, que en la matinal del domingo el balón sorprendió a todos con un inesperado Valencia.

Tal vez se trate del Vigo de Voro. Con lo cual se corre el riesgo de patinar a la hora de lanzar ciertas apreciaciones. Pero sorprendente fue ese cambio repentino de actitud de un XI mortecino, desahuciado, y falto hasta de lo más básico. Haciendo gala de su propia leyenda, el Valencia reapareció cuando todos le dábamos por enterrado.

Ojalá fuera fruto de un golpe encima de la mesa, de la reedición de aquellas viejas cenas en tabernas donde el grupo hacía catarsis. Puede que sea mucho esperar. Pero qué bien que no quede en espejismo de una mañana dominguera y se trate del principio del fin.

Porque en tal oasis disfrutamos de un Enzo inteligente, empecinado en hacer faltas tácticas y parar el juego a conveniencia, cuando tocaba. Con un Montoya atacando tan bien como defendía. De Nani ayudando en tareas defensivas y aportando soluciones en los metros finales... Gozamos de un equipo jugando como uno sólo. En este nuevo Vigo de consecuencias inciertas hasta se dejó ver una sociedad que invita a pensar que en su éxito deben estar los cimientos de la permanencia. 

Hablamos de dos inconscientes. De un Parejo al que le resbala el qué dirán, y prácticamente todo, y un Soler que se está consagrando porque no entiende nada de lo que le pasa a su club. Atreviéndose a aparecer en mitad del caos mostrando temple sobre un escenario que doblega a la mayoría.

El chaval se acostumbró, en los dos ratos que lleva en esto, a meter a los suyos en campo contrario a base de pases y diagonales. Estableciendo una sorprendente cordura y una velocidad que rompe un esquema habituado a lo estático. Por eso destaca tanto. No por calidad, aunque pueda tenerla, sino por empuje. Desde su posición hace lo que los capitanes que le rodean son incapaces de hacer desde hace meses: mover al equipo.

Completándose el uno al otro, ambos dejaron sobre la espalda del Espanyol cientos de dagas perforando sus pulmones. La irrupción de un acompañante que se ofrece, que se mueve, que plantea nuevas líneas de pase, ayuda a Parejo a no entretenerse tanto con el balón, a ser mejor, porque a diferencia del pasado, ahora encuentra un apoyo constante a su lado con el que hacer una pared y ganar metros, jugar al primer toque, en lugar de quedar obligado a caracolear y girar sobre sí mismo a la espera de recibir un desmarque. Un Parejo más sencillo es un jugador superlativo.

Soler le recuerda al de Coslada los buenos tiempos, cuando era respaldado por Banega y Albelda, o entre el argentino y Keita. O incluso con Javi Fuego y André Gomes antes de que una turba de amateurs se empeñaran en incrustarlo delante de los centrales, convirtiéndole en carne de cañón.

En este perfecto juego de simbiosis el valenciano potencia al madrileño y el madrileño ayuda al valenciano a progresar, despojándole de responsabilidades para las que todavía no tiene espaldas. Juntos mejoran al equipo entero. Resultará una maldición que sea justo ahora cuando vendan a Dani y destrocen antes de nacer una compañía de prestaciones sucosas, de la cual, Voro supo redactar sus estatutos.

Aunque su éxito tendrá sentido sólo si el resto acompaña. Sin un Enzo activo, sin unas bandas dispuestas a contribuir en defensa, sin líneas prietas ni un grupo coordinado en la presión trabajando en bloque nada se sostendrá, quedando lo del domingo en un pasajero y triste rayo de sol en mitad de la tempestad, oscureciéndose un dueto que está llamado a iluminar estos días de infamia.

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